La separación
Tomé la decisión de separarme de mi esposo cuando, restablecida, regresé a palacio y supe de sus infidelidades. Pese a todo y por no causar mal alguno a los derechos sucesorios de mi hijo, esperé a que Ajit llegase a la mayoría de edad.
Alguien dijo que me vio cabalgando en compañía de un jinete que no era de Kapurthala. El Maharajá montó en cólera. Yo no me amilané. Tras largas discusiones, firmamos un acuerdo de separación.
…Y la Rani extranjera abandonó la India.
Pasé los primeros tiempos como princesa separada viviendo en París con casas abiertas en Suiza y Málaga.
Si consultáis mi álbum de fotos me veréis de vacaciones en Deauville, en el Lido de Venecia y en la saison en Niza. Por supuesto no me perdía la Semana Santa de Andalucía, la Feria de Sevilla ni las corridas de toros de cada temporada. En Biarritz solía jugar al tenis con los Rostchild, el sultán Amej Chad y los Singer, en Mónaco alternaba con Naila Sultán Pachá, los Príncipes Gagarine o Shiras Bey y era asidua de tertulias de escritores, pintores e intelectuales como Vicente Blasco Ibáñez, Beltrán Massés, Néstor Martín-Fernández de la Torre … Puedo decir que llevaba una vida verdaderamente ocupada.
También tuve algún amor… Y cientos de adoradores.
En 1927 coincidí en París con Vicente Blasco Ibáñez, el famosísimo escritor valenciano que vivía exiliado en la Costa Azul. Me propuso algo inesperado: tenía el proyecto de escribir sobre mi vida como española soberana en la India. Acepté encantada. Desgraciadamente el escritor falleció meses después y la muerte le obligó a dejar inconclusa su novela.
Pasé la Guerra Civil de España con mi sobrina en un discreto hotel de playa de la Bretaña francesa y juntas vivimos los primeros tiempos de la Segunda Guerra Mundial en Portugal, con relativa tranquilidad.