La vida
El tiempo iba pasando y Su Alteza y yo nos habíamos vuelto bastante famosos en Europa. Cada vez que llegábamos de viaje nos esperaban los fotógrafos a pie de barco y nos hacían preguntas de lo más impertinente sobre nuestra vida privada.
La verdad es que éramos muy conocidos. Y a mí, en España, me había puesto en solfa un libretista. Escribió un pasquín y lo distribuyeron por la calle en la fecha de mi boda. La letra se puso tan de moda, que hasta las niñas la recitaban para jugar al corro…